Sueños de pincel con alas, de duendes escondidos en los cuadros, de vida multicolor, de historias, de frondosos árboles genealógicos, de fantasmas detrás de los lienzos, de vida bien vivida, de familia reunida en la mesa, de arte y cultura activa, de paredes que hablan poesía, de jardines encantados, tribunas míticas, amigos de bar y esquina...
Tiene las manos tomadas, tomadas por ideas, por sensaciones, por maravillas. Sus manos comunican, abren, iluminan, porque son manos puestas para el asombro, para la vida y para la creación.
No por casualidad, Mario Tierno nace el 11 de diciembre, el día del tango, hace 52 años en Luján. Mario es músico, pero sobre todas las cosas, es un hombre sabio, porque ha aprendido a captar las señales de la naturaleza y del Universo, y sabe que cada paso que da en esta vida, es parte de un plan mágico, entonces se entrega a los designios, dejándose llevar como hojita al viento, liviano, desprejuiciado, atento.
En lo de Giannice parece que cada cosa está en el lugar en el que tiene que estar, atiborrado de objetos, sí, pero uno tiene la sensación de que ingresa a una especie de museo kitsch, o almacén de antaño, o botica, o kiosco de barrio o bazar o librería o ...
La tradición la amasa la gente, la costumbre, el uso. En una ciudad como Luján, en donde todos se conocen, donde el boca a boca corre más rápido que un Fórmula uno, la bendición de un local, el testeo de producto, la “fama” de la calidad de un comercio, está en manos de la opinión de los vecinos.
Personaje de esquina, música, tradición, secreto. De pie, siempre de traje, siempre sonriente, una estatua viva, postal colorida de un pueblo. Figura de identidad, magia y sentido. Cherry de Luján, símbolo de domingo a la tarde, de calle de piedritas e historia.
Porque a veces no hacen falta las palabras, porque los ojos traspasan, las manos vuelan y el cuerpo es un diccionario de sensaciones, existen seres como Lucas, que plantan el sentido en el sin sentido, trazan muecas en el aire, risas en la eternidad desde una conexión libre e ilusoria, plasmada en el aquí y ahora, que va sucediendo, mágica, imposible de atrapar.
Nacido el 18 de septiembre de 1967, en Luján, con una madre profesora de música y de piano, y con un padre amante de la música, le cuesta recordar con exactitud cuándo empezó a cantar porque fue algo que se dio naturalmente, en la casa del abuelo...
Vivir en el arte como forma de vida, como dogma, como misión. Ellos son parte de un patrimonio de cultura, música, escena, periodismo y formación. Su vida, su historia es vívido testamento de sabiduría e intuición, y de sembrar, sembrar para que otros puedan seguir regando, para que otros puedan ver crecer frondoso y verde, el árbol eterno de la creación.
Hay seres que podrían ser de tinta, un garabato sobre algún papel sin enumerar, personas que hacen de la palabra el plato principal, personas que han vivido mil vidas y visitado mil mundos a través del universo infinito de la literatura.
Nacido en Luján en lo que hoy es Las Heras 466, actualmente el Museo Municipal de Ciencias Naturales Florentino Ameghino, es considerado el primer científico de renombre en la ciencia nacional argentina. Naturalista, climatólogo, paleontólogo, zoólogo, geólogo y antropólogo, también fue maestro de escuela y llegó a ser director del Colegio Municipal de Mercedes.
Este noble hombre, discreto, modesto y generoso, nació en Buenos Aires el 11 de junio de 1880. Perteneció a una familia porteña de viejo y glorioso abolengo y aunque heredó una importante fortuna y estuvo rodeado de todos los atractivos más alucinantes que la sociedad brindaba a los jóvenes de su rango, tuvo desde adolescente una idea cabal de la vida cristiana.